martes, 15 de diciembre de 2009

Pelea

Las uñas carcomidas de tu orgullo, arañan la espalda de mi silencio.

Vuelco colmenas de paciencia en los labios del oso asesino que vigila tu bronca.

No es justo, ni pretendo que lo sea.

La guillotina dejó en fragmentos el calor de nuestras noche de invierno.

Si con un beso, o una caricia, puedo derribar el tótem de tu enojo,

Cargo mis armas sexuales y deposito en tu cuerpo las llamas del dolor,

prontas a extinguirse.

El pavimento golpea en mis ojos con los caminos que recorren tu palabras.

Soy víctima igual que vos y no quiero estar en medio de esta lucha.

Con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha te escucho.

Miento igual que vos diciendo que no siento nada.

Y el peluche de nuestro encuentro benévolo, hoy está llorando en el armario de las contradicciones.



13 de diciembre de 2009.-

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