martes, 1 de febrero de 2011

Para que despertar!

Aunque siempre es un placer soñar contigo,





es una pesadilla no tenerte a mi lado...

Los juegos









Como todos los miércoles la niña está en la vereda con su vestido casi transparente.

Como todas las tardes ella juega a ser bailarina de flamenco moviendo la tela de su vestido.

Como siempre, se ven sus partes íntimas y los movimientos que realiza acompañan al juego.











 



Como todos miércoles el sale de un larga jornada de trabajo y encierro.

Como cada tarde se apoya en el árbol con su cuerpo sudado y cansado.

Como siempre se queda perplejo y enamorado, pero siempre la olvida como parte de su juego.









Espectáculo de un sólo observador, un público entregado a una estrella.




Tanto él necesita recrearse, como ella lucirse.

  

Respuesta

¿Que esperás de mí?_ preguntó.






Yo no sabía si romperle el corazón o dejar el mío como estaba.

Tripa corazón...




Cuando camino creo ver cosas que están más allá de lo común, es decir, y para ser un poco más claro, le agrego sensibilidad. Un antes y un después, un contexto histórico que sirve para entender cada situación, tratar de resolver los conflictos y las adversidades que transcurren.



Por ejemplo al cruzar la calle. El trabajo consiste en focalizar, hacerse una idea precisa de las circunstancias y con ello la descarga de cualquier intención o la exposición de los reflejos y reacciones precisas, pensadas y calculadas de antemano. Caminar de frente hacia el otro lado de la acera.






La sorpresa, la desgracia, lo inesperado, intangible como el deseo y las respuestas, acecha sin la necesidad de ocultarse, la vemos y hasta creemos predecirlas. Somos cómplices de nuestra desdicha, compañeros de viaje de nuestros verdugos o nuestros salvadores, vamos de la mano, incluso en algo tan común como cruzar una calle. Una vez que comienzas, te zambulles en el asfalto y esperas, con tantas ansias, hasta estar del otro lado sano y salvo.




El problema a resolver es el caso de que no se llegue, y ese maldito verdugo presione tanto el acelerador, que cuando tiene que frenar, no le alcance y te deje desparramado en el cemento. Para lo cual le pones “tripa y corazón”, y te dejas morir en una camilla con olor a lavandina y suero caducado.




Por lo mismo me quedo sin cruzar, sin caminar pero con vida. Intento no llegar a ninguna parte y que todo venga a mi, me río del verdugo y del destino urbanizado, creyendo en cada acto que realizo y todo lo que desplazo al olvido, olvidando los sentimientos y la historia de lo que pudo ser y dejo que muera. Mejor me quedo en casa y focalizo desde acá adentro.

Ineluctable


De ser un presagio,



haberte conocido un tiempo atrás




sería la excusa perfecta para no tenerte ahora a mi lado.

Puro ojos

Dentro de la cabeza algo le hizo clic,


desde entonces guarda silencios en una cajuela olvidada.

Todo es al pedo...




Hacer  fuerza,
agitar los brazos hacia arriba,
salivar las paredes,
espantar mosquitos,
balbucear entre dientes.



Todo parece inútil...





No vienes a mí.

En conserva...

Bien,

fue tan pasional,

como lo deseabamos.

Y lo dejamos morir,
por miedos y obligaciones,
ahora nos preguntamos que será de nosotros y que hubiera sido,

si aceptabamos ese corazón en bandeja.


Y volvemos a ser un signo de pregunta en medio de una estupida realidad.


Conservamos la pasión





y en el fondo todavía lo deseamos.