Amontoné mis huesos y la carne vencida,
en la esquina de las convicciones,
sin esperanza de encontrarte,
con los ojos humedecidos y mis labios sospechando
alguna palabras del porvenir.
Arrojé los músculos y todas mis fuerzas
en alguna alcantarilla sucia por imágenes
que te muestran como algo que no eres realmente.
Fría, seca, muerta, insensible, la noche muestra su lado tierno
mientras carcome mis sentidos de forma vulgar...
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